
"No hay que temerle a la Represión" Manuel Adornis
La casita de aquel viejo plan (Eva Perón) que siempre fue mi refugio me cobijaba, sus puertas y ventanas amortiguaban el odio, el desprecio y el miedo.
Opinón15/12/2020 Marcelo PiazzaNadie llamaba a mi puerta, y en realidad me aterraba que alguien lo hiciera, un buen tiempo a la sombra no me habían convertido precisamente en un ser sociable. Los suaves golpes en el vidrio de la mirilla hicieron que todo mi miedo explotara acelerándome el bobo de manera brutal, cuantas cosas pasaron por mi cabeza, finalmente y ante la repetición abrí de tímida manera, nunca en mi vida pude ver a alguien en su totalidad como aquel día, sus alpargatas eran viejas y de aquellas que mostraban simpáticos y desordenados bigotes, completaban el cómodo calzado dos incisiones para liberar el roce de los juanetes, pantalón ombú y camiseta maya, Don Córdoba tenia la barba crecida de varios días, dos visibles dientes menos, algunos pocos y desordenados pelos adornaban su pelada, y llegue a sus ojos, su mirada y la mano extendida impacto de tal manera que algo recorrió mi cuerpo desde las entrañas, estaba ante la serenidad, la ternura, la protección, un verdadero bálsamo.
Compañero, me dijo, se que la esta pasando muy fulero y aquí estoy.
La despensa de Don Córdoba estaba cruzando la plaza en diagonal, era un bolichito de barrio con poca mercadería.
Durante el próximo año nunca me dejo faltar el fideo, el arroz, la polenta, algo de fiambre y desde luego el pan, criollitos a la mañana mas una tira de francés, las provisiones las completaba el alcohol, algo indispensable para quien se acurruca de miedo, la dañina ginebra era el elixir que contenía a los bichos espantosos que vivían dentro de mi cabeza.
Así conocí la imagen de la bondad, nunca dijo que era peronista, solo me trataba de compañero y silbaba por lo bajo la marcha.
Aquellos tiempos fueron espantosos y la iba llevando gracias a Don Córdoba y su compañera, una mujer pequeña de mirada tan serena como el macho que había bien elegido para parir sus hijos.
Los amores y sostén de mi vida no estaban para acompañarme, mi padre preso vaya a saber donde y mi madre oculta del odio antiperonista.
Y como nadie muere de miedo, empecé a recuperar mi precario trabajo gracias a compañeros que me ayudaron sin prestar atención a mi pestilente condición de peruca.
Una noche en un bar de la calle corrientes comenzó mi tiempo de cambio, solo cruce un par de miradas con aquella hermosa y delgada mujer, bastaron tres o cuatro semanas para que la mudanza a la casita de plan, frente a la plaza, nos convirtiera en compañeros hasta su muerte hace poco mas tres años, una flaca anarquista a la que cuando le decía que era una peronista en estado de pureza sonreía y me acariciaba la mejilla con ternura, si, creo que era un si.
Después mi vida fue realmente y como siempre digo, “una puta maravilla” hijos hermosos, recupere a mis padres y mi compañera, cierto día como mi padre me había instruido, cruce la plaza en diagonal con mi compañera que llevaba en su cartera una importante suma de dinero para un laburante, había que pagar con alegría y orgullo lo que se debe.
Don Córdoba abrió la puerta, su figura estaba intacta, el tiempo no había pasado, mismas alpargatas, mismos pantalones y los mas importante, su mirada y su tibia mano, la pequeña despensa era un living con viejos y despatarrados sillones.
Compañero le dije, aquí esto como usted hace un tiempo estuvo, vengo a pagar mis deudas, Norma saco de su cartera el grueso fajo de billetes y trato de dárselos, el hombre abrió de par en par la puerta y su compañera nos indico de debíamos entrar, la flaca se quedo con los billetes en la mano.
Compañero me dijo, usted nada debe mas que su compañía para compartir un vino largo y despacito, ustedes tienen hijos pequeños hagan buen uso de ese dinero.
Ya se termina el año 2020 y nada se ha olvidado, murió Don Córdoba, murieron mis queridos padres, murió mi compañera, todavía siento la textura pegajosa de la sangre de algunos compañeros que murieron soñando un mundo mas justo, ellos no son una excepción, en esta bendita tierra hay mas de los que creemos, eso creo que es la pureza que nos convierte en peronistas, hay quienes tratan de explicar el pueblo argentino de otra manera, pero créanme aunque algunos le den otro nombre, eso es el peronismo, por eso soy peronista.
Hace no mucho me corrigieron; la pureza no existe, creo que me golpearon en lo mas profundo, y la explicación fue, todos tenemos que ensuciarnos, nadie es puro, si vos ostentaras poder también harías tal o cual cosa, jajajajaja “creo que si tuviese cuero seria víbora”, no tengo ninguna ambición , es mas desprecio la condición de aquellos que ensobrados en caros trajes o los que disfrazados de pueblo viven tan lejos de los que somos peronistas.
El mismo General Perón y Evita echaron a volar un pueblo peronista, creo ni ellos habrían podido doblegar su alto y limpio vuelo, la pureza del ser peronista existe a pesar de tantos payasos que miden el tamaño de sus pestilentes pijas ante la mirada atónita del pueblo, de tanto perico parlanchín decidores de absolutas verdades televisivas, de tanto hombre de ley que defiende la democracia, y claro como no van a defender la mentira que les permite ser dictadores sin responsabilidad alguna, filósofos, politólogos, pericos parlanchines, ratas asquerosa que se revuelcan en su propia inmundicia y a viva voz declaman hacerlo por los mas humilde, los desposeídos, creo que por pudor no puedo seguir, solo le pido que al menos no usen los símbolos y recuerden que sus “honorarios” esa infamia que meten en sus bolsillos la paga el pueblo.
Y como dije la muerte ya se llevo a mi Don Córdoba y señora, al gringo Piazza, a Norita, a mis queridos compañero, a mi Flaca compañera, ajajajajajajaja y ahora me toca a mi, en no mucho tiempo mas moriré, así debe ser, ya ando ligero de equipaje y a la espera, solo espero que entiendan porque soy peronista.
"No hay que temerle a la Represión" Manuel Adornis
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