La paja en el ojo propio

“El gran país del norte”, demostró en la renovación del inquilino de la casa blanca toda la debilidad de una democracia formal.

Opinón07/11/2020Luis AubritLuis Aubrit
Biden

La contienda electoral en EE.UU., está muy lejos de mostrar un una democracia saludable como suelen llamar ellos a los gobiernos aliados. Por el contrario, es mucho mas endeble y formal que la mayoría de las democracias que ellos cuestionan.

La alternancia de un bipartidismo que expresa una clara concepción, aunque con matices, de derecha, no garantiza la gobernabilidad ni poder enfocar soluciones para el pueblo norteamericano en el marco de una pandémia mundial.

Si bien el partido demócrata, con Biden electo, contara con el dominio de la cámara de diputados y el ejecutivo, el ala mas dura de la derecha yanki que están representados por los republicanos, retienen el control del senado y de la corte suprema de justicia. En el primer caso, son dos senadores por estado, no importa la cantidad de habitantes que tengan. Así el estado de Wayoming con 579.000 habitantes, tiene el mismo peso que California que alberga a 32 millones de personas. Pero, con un agravante, el senado estadounidense (los republicanos entiéndase)tiene la potestad de bloquear casi todo lo que decida el ejecutivo. En el marco de la actual crisis mundial, se estima que la presencia estatal deberá ser mas efectiva para sacar la economía de la recesión en que se encuentra; las estimaciones de diversos economistas, dicen que harán falta 200.000 millones de ayuda estatal por mes para aliviar la situación de los habitante y de las empresas y esto, es algo que el senado no esta dispuesto a permitir. Por otra parte, si Biden intenta la vía de la suprema corte para despejar los obstáculos del senado, también encontrara una pared; seis de los nueve miembros del máximo tribunal, responden a la expresión mas extremista de la derecha.

Este escenario, hace que la porción de poder que se reservan los republicanos, sea mas grande que la que tenían con el propio Trump. De hecho, no todos los republicanos querían la continuidad del irracional presidente saliente.

Cuando se lanzó la campaña para ver quienes serian los candidatos, el partido republicano no tenia opción; debían impulsar la candidatura de Trump, aunque sabían que era probable que perdiera. Su preocupación mayor, era asegurar que el candidato demócrata no sacara los pies del plato. Entre Sanders y Biden, la preferencia era clara. Mientas que Sanders podía contar con el voto popular, no tenia el respaldo del estabishment (claro ejemplo de ello fueron las primarias de 2016 donde el voto popular lo consagro, pero la convención postuló Hillary Clinton). El poder financiero y corporativo, veía en Berni Sanders un “populista de izquierda”, mientras que Biden, representa una parte de esos intereses y es algo mas “digerible” para el partido republicano.

Terminado el proceso electoral y consagrado Joe Biden como el nuevo presidente estadounidense, comienza otro partido dentro de los grupos de poder. Habrá peleas internas y puja por intereses contrapuestos, pero nunca se pondrá en riesgo la “autocracia” establecida. El establishment, sea colorado o azul, asegura su supervivencia mas allá de la pertenencia o simpatía partidaria.

En esta diputa, comenzaran a ponerse en la balanza las fuerzas que representan y la posibilidad de alternancia. Un elemento que no se toma en cuenta, es la tradición de la repetición de mandato. Solo cuando no se repite, se produce la alternancia entre los partidos. Trump no pudo repetir y lo sucede un demócrata, Baiden tiene 78 años y es poco probable que sea candidato en el 2024. La mesa esta puesta para la sucesión de un republicano. Podríamos decir que “el negocio, esta cerrado” y eso, se acordó en las primarias demócratas.

Este proceso electoral, desnudó las debilidades de la “democracia” estadounidense. Siempre afecta a cuestionar las democracias populares que no se someten a sus dictados, gritaran horrorizados por la paja en el ojo ajeno, pero jamas tocaran la paja en el ojo propio.

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