La derecha los cría y la necesidad los amontona

La desesperación del gobierno nacional por obtener el préstamo de FMI trajo a “Toto” Caputo a tierras cordobesas. La primera parada para garantizar los votos en el congreso que le apruebe el DNU de deuda, fue, y no es casualidad, la provincia de Llaryora. 
Es que el gobierno nacional, sabe que cuenta con un aliado de “la primera hora” en la provincia mediterránea (o de la Mediterránea).  La lealtad de “Martin”, quedó demostrada en los momentos claves de las votaciones del congreso. La ley Bases, el veto a la ley de movilidad jubilatoria, entre otras, ratificaron la lealtad del mandatario cordobés con el plan “motosierra”.  Por si fuera poco, desde la estafa de $Libra, Llaryora, evitó manifestarse como si acá no hubiese pasado nada. 
Es que “entre bomberos no se pisan las mangueras”. La estafa de la cripto y las inconsistencias en la declaración patrimonial del gobernador, arden en el mismo fuego. Pero, más allá de la dudosa honestidad de ambos (no tan dudosa) se trata de garantizar la continuidad de un plan de reconversión del estado que garantice la continua transferencia de recursos a los grupos de poder, y en eso, están de acuerdo. La misma lógica que se implementa a nivel nacional de destrucción de áreas fundamentales como la salud, se aplica en Córdoba con la precarización y la terciarización de servicios. El mismo derrotero en privatizaciones de empresas del estado que quiere Milei, intenta Llaryora con la privatización encubierta de EPEC. 
Que Caputo hiciera la primera parada en Córdoba, no es de extrañar; que Llaryora no hable de la criptoestafa, tampoco. Pero, menos aún, que los votos del cordobesismo, con excepción de Natalia De La Sota, vayan a garantizar una nueva estafa al pueblo argentino.