Mezcla de impotencia y vergüenza

Impotencia ante los hechos, los incendios, las personas afectadas, el dolor de tanta gente, la perdida de bosque nativo, los anuncios y hecho políticos al respecto (desfinanciamiento de las estructuras anti incendios, declaraciones respecto a las causas y causantes, el silencio cómplice de todo el arco político y sindical ante la situación) y la vergüenza de no poder estar haciendo nada para enfrentar el aspecto estructural de todas estas manifestaciones sintomáticas.

Valoro profundamente los gestos solidarios y manifestaciones de apoyo a las víctimas de los incendios, pero no puedo no sentir, a lo mejor la palabra no es vergüenza, pero si mucha incomodidad por no poder estar trabajando en generar condiciones que atiendan el fondo de la cosa, lo estructural, lo que en definitiva explica incendios y todo lo demás. Nada de lo que sucede es atribuible a la naturaleza, (salvo si consideramos al hombre y lo que produce como un síntoma más de lo natural) todo es producto de un sistema que indudablemente funciona en tal sentido e intencionalidad manifiesta. Lo hemos diagnosticado infinidad de veces, lo sabemos, podríamos remontarnos a mucho tiempo atrás y a muchos diagnósticos en todo este tiempo que así lo indican. Pero no hemos podido avanzar en acciones concretas que nos permitan superarlo. Todos los intentos parecen fracasar ante la contundencia de los hechos. El sistema triunfa en nosotres, nos convierte en funcionales a él. La solidaridad ante la inmediatez es una manifestación de esto último. Con ser valiosa, importante en el sentido de manifestar empatía con los damnificados, de ser la expresión concreta de la vigencia de principios y valores atados a la solidaridad, el amor, la lucha en el seno del pueblo, no atiende a las causas que hay detrás de tanto dolor. Es como el trabajo de cuidados, es la manifestación lisa y llana de como el sistema utiliza la solidaridad para maximizar ganancias. Esta solidaridad no construye alternativa, es una expresión de la potencialidad que existe en el seno de pueblo, pero asi expresada, es una vía de canalización de la impotencia que existe para trabajar en la construcción de la alternativa real, la solidaridad estructurante de una nueva sociedad, que apoya a las víctimas de cualquier desastre, pero que construye condiciones y organización para evitarlo. Esa solidaridad organizada no va al punto del conflicto puntual, genera diversidad de focos de lucha, evita la concentración de los esfuerzos y los multiplica en distintas acciones en distintos lugares diversifica el escenario, no hace posible la concentración del enemigo y sus medidas represivas. Abre escenarios, crea instancias, no pide permiso y menos busca ni exige al enemigo que tome medidas en contra de lo que el enemigo hace.  Construye caminos, nuevos caminos por donde transitar la solidaridad, el amor, las necesidades de justicia y equidad. Esto no se pide al enemigo.

Siempre nos corren las urgencias provocadas, de la naturaleza que sea. A esto sabemos responder, nos sentimos seguros en las respuestas, las sabemos hacer después de haberlas hecho tantas veces y por diferentes motivos.

Entiendo esto y me sumo, pero creo que es hora de solidarizarnos con nosotros mismos, con la tierra, con el todo. Es hora de que lo que empezamos como nuevo, como alternativa pensada por nosotros mismos, lo pongamos en marcha. Seguro trastabillando, a los golpes, pero haciendo lo que decimos y queremos hacer. Hacernos cargo de esta construcción, de llamar a todes a hacerla, es necesario, urgente que lo hagamos.

Que la impotencia de paso a la libertad de acción e independencia, a la creatividad, a la paciencia. Que la vergüenza quede tapada por el accionar creativo, protagónico, sin tiempo, pero urgente.

Sin dejar de hacer lo que se hace, solidaricémonos con todos los incendios, con todos los expulsados de sus tierras, con todos los jubilados, con todos los sometidos a opresión e injusticias, con AL y el mundo, hagámoslo construyendo lo que decimos es necesario, solidaricémonos con los que vienen.